Era la Eurocopa del 2004, se jugaba el partido entre Inglaterra y Suiza, en el Estadio Cidade de Coimbra, ante una asistencia de más de 30,000 espectadores, que pudieron observar a un jugador que hizo historia en ser el futbolista más joven en marcar en una Eurocopa.
Se comentaba de que los "gorditos" tienen un olfato especial para golear, lo mejor del Inglaterra-Suiza que se jugó en el estadio de Coimbra, a una hora tan infernal como las cinco de la tarde (35 grados a la sombra). Wayne Rooney escribió su particular historia de niño precoz. El delantero de esos momentos del Everton, con 18 años, 7 meses y 24 días, marcó dos goles ante la voluntariosa Suiza y así hizo callar a los periodistas ingleses que habían dicho que le sobraba unos cuantos kilos. No sólo eso, entró en la historia como el goleador más joven de una Eurocopa, superando a Dragan Stojkovic que, en la Eurocopa de 1984, marcó a Francia de penalti con 19 años y tres meses. No crean que a Rooney los comentarios sobre su supuesto sobrepeso le habían preocupado, él se había escudado en su novia, Colleen, para dejar claro que de eso nada, que ella sólo le hacía comer alimentos naturales. Así que cuando saltó al terreno de juego le movía una doble pasión: ayudar a Inglaterra a sumar los tres primeros puntos de este torneo y seguir engordando... con goles.
Inglaterra aburrió pese al 3–0 del marcador no se vio un buen espectáculo. Inglaterra aburrió de una forma excesiva, casi insultante. No saben a lo que juegan los ingleses, bueno, sí, cuelgan balones al área para ver si un bendito los recoge. David Beckham es siempre punto de referencia y no se puede negar su habilidad para meter el balón hasta el área pequeña con garantías de éxito. Aunque su fama sea producto del marketing, Beckham exhibe una clase natural. Y el joven Rooney, líder de lo que llaman en Inglaterra el "Dream teen" (sueño adolescente) se aprovechó. El primero de los goles de este corpulento delantero de 1.81 centímetros y 70 kilos, llegó tras un fantástico centro de Beckham por la derecha, esquinado a la banda, para que Owen lo sirviera a la cabeza de Rooney. Habían transcurrido 23 minutos de juego, y Suiza, ya había mostrado sus armas: Hakan Yakin era todo un fenómeno. El organizador del juego suizo, con el "10" a la espalda, desmontaba la defensa inglesa pero nadie sabía rematar su trabajo. El partido pasaba y se hacía cada vez más insoportable, si no fuese por los intentos del suizo Wicky, por poner nervioso a David James.
Gerrard daba muestras de su calidad, que se agradece, pero tuvo que ser un chut de la figura de la tarde, lo que pusiera tranquilidad en el marcador. Fue un gol afortunado porque rebotó en el portero y se coló como en una carambola de billar. Pero era la confirmación de que este fortachón inglés tiene cosas que decir. Gerrard remata. Con Suiza ya desesperada, volcada al ataque, Gerrard aprovechó para dejar el tercero en el marcador, aparentando que el partido había sido un festival. El 3-0 ante Suiza metió de nuevo a Inglaterra en el torneo, tras la dolorosa derrota del partido inaugural ante Francia. Fue así como culminó el partido, dándole a Inglaterra la oportunidad de soñar con la Copa, pero, posteriormente, ya conocemos los resultados.
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